Nuestra aventura por Paipa, Colombia

Hoy me siento con ganas de compartirles otra de mis experiencias de viaje, en éste caso el fabuloso viaje que tuve en compañía de mis amigos en Paipa, Colombia. Una caminata a través de la montaña que nos llevó a tener una nueva experiencia y a disfrutar de un entorno completamente distinto al habitual.

Todo comenzó el día que Nelson nos planteó realizar una caminata por los lares de su tierra, Paipa. Como estábamos con muchas ganas y poco presupuesto, nos las apañamos para reunir un poco de dinero y tomar una flota hacia éste pueblo que se encuentra a pocas horas de la Capital.

Nuestro recorrido comenzó a las 3:00 a.m. apróximadamente, claro, había que salir a la madrugada pues la caminata iba a ser larga debido a que los senderos que íbamos a recorrer no son precisamente lo más cómodos, entre ellos caminos de tierra, roca, y caminos de herradura (para caballos).

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Partida desde Paipa, Colombia. 3:00 a.m. apróximadamente.

 

Comenzamos el camino desde el pueblo, para luego dirigirnos port la carretera principal hacia uno de los costados de la montaña y comenzar el ascenso por un camino que utilizan regularmente los campesinos y habitantes de la región.

Nuestro objetivo era llegar del otro lado de la montaña, donde hay otro pueblo. En la completa oscuridad, con apenas la luz de la luna como guía nos fuimos adentrando en la montaña.

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Cerca de las 3:30 a.m ya hemos incursionado en la ladera de la montaña, ha sido un ascenso rápido y yo ya me estoy comiendo un poco de las provisiones 😀

Algo que pensé fue en utilizar mis botas, aunque imaginé que serían muy pesadas para el recorrido y me cansaría mucho más, por eso decidí usar tenis (mala decisión) la rudeza del camino me haría cambiar de opinión unas 8 horas más tarde.

Continuamos caminando y alcanzamos una pequeña cumbre justo para disfrutar un poco de los primeros rayos de luz.

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Apróximadamente las 5:45 a.m. Se comienzan a dar los primeros rayos de luz dejando atrás las sombras lentamente

Luego de haber hecho una subida muy rápida y que tardó varias horas, por fin llegaba la parte de “la bajada”, la realidad es que uno piensa que bajar es más fácil, pero es todo lo contrario, el camino era complicado, era el comiezo del camino de Herradura, camino de caballos, muchas rocas impedían caminar bien, nos caímos muchas veces y tocaba andarse con cuidado, fue un decenso lento, muy lento y lleno de tropiezos.

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Aquí me ven en el camino de herradura, tomando un descanso en una piedra como cualquier bicho del paisaje

El equipaje que llevamos tampoco era el más indicado, en la foto pueden apreciar ésas maletas que son cruzadas, totalmente incómodas y bastante pesadas por la cantidad del agua y por el vino 😉 que llevábamos para recobrar energía.

Finalmente, ya entre las 9 y 10 de la mañana, después de cruzar troncos por ríos, arroyos y una buena parte del camino comenzamos con el dichoso vino para volver a sentir el poder de andar :p

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En la casa de unos campesinos que nos permitieron descansar allí un rato y recobrar fuerzas con el todo poderoso Vino Barato de Botellón

Las personas del campo siempre son más amables que las de ciudad, sin tantos prejuicios, de vivir más tranquilo, creo que les causó gracia ver personas que no tienen nada que ver con el lugar, claramente nos es común que gente de la capital ande por esos caminos poco conocidos.

Aquí no imaginábamos lo bien que serviría el vino y unos bocadillos (que son pedazos de dulce de membrillo) pues comenzaríamos a ascender nuevamente y llegaríamos a un lugar frío, muy muy frío.

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Llegamos a la cumbre de la monaña, un frío impresionante, ya eran cerca de las 11:30 a.m. Fíjense la neblina, era cási páramo allí.

En la punta de la montaña a parte del frío, encontramos charcos con agua pura con la que recargamos nuestras provisiones de agua y comenzamos nuevamente el descenso.

Ya bajando nos pudimos relajar por una pequeña etapa donde el camino era prado (con una que otra trampa de barro) y justo metí el pie en una trampa de barro, luego me lavaría el pie en un río a unos cuantos metros :p

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Es impresionante ver esas casas perdidas en medio de la nada, en el camino, un campesino nos dió Chicha (bebida a base de maíz) la gente es muy muy amable.

Después de éste tramo, comenzaríamos otro camino más de bajada, nuestro rumbo, la Cascada del Manto de la Vírgen, aunque en la foto pareciera que estamos cerca, aún nos faltarían 2 horas más de camino para llegar.

Cuando llegamos finalmente a las cercanías de la cascada, una familia cuida la entrada (al menos desde ésa parte) Nos dijeron que no nadaramos pues la cascada es bendita, hicimos caso omiso, habíamos viajado ya 12 horas a pie y nos hacía falta un buen descanso, nada mejor y más motivante que un baño de agua fría en una cascada “bendita”, claramente sin ánimos de insultar las creencias y con todo respeto nos bañamos allí.

Tuvimos que escalar un pedazo de loma y trecho muy peligroso para llegar allí, afirmándonos de algunos árboles, raíces y hojas, por un sendero que se ve, nadie usa.

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Llegamos a la cascada, ya no quedaba nada de la botella de vino (teóricamente nos iba a durar para llegar hasta el lugar, pero nos la tomamos toda antes). Son casi las 3 de la tarde y hemos caminado por 12 horas.

Aunque descansamos mucho con el baño, aún nos faltaban horas de camino hacia el pueblo, nos preocupaba mucho el tiempo, ya que comenzaba a hacerse tarde y nos alcanzaría la noche antes de llegar al otro pueblo.

Durante el regreso estábamos sin provisiones, nada de comida, algo de dinero, pero el dinero no vale nada cuando no tienes a quién comprarle algo. Afortunadamente, unas personas que estaban en su casa de campo nos regalaron provisiones, pan y queso nos devolvieron el alma al cuerpo.

Seguimos caminando, terriblemente nos dieron las 5 de la tarde, es decir que ya llevábamos cerca de 15 a 16 horas a pie y nos faltaban todavía 15 kilómetros para llegar al otro pueblo.

Y bang! golpe de suerte! una camioneta perteneciente a uno de los amigos de un compañero de nuestro grupo se aparece cuando más lo necesitábamos, nos adelantó el camino faltante hasta el pueblo, donde dormiríamos en la alcaldía para seguir el viaje el día siguiente.

 

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Después de 16 horas de viaje a pie ésa es mi cara, disculpe usted las molestias por mostrar algo tan feo en la página 🙂

Pasaríamos la noche en la alcaldía, al día siguiente visitaríamos una cascada local, compraríamos algo de queso y planearíamos el regreso abordando un camión de recolección de leche.

El camión en el que viajamos, es uno de esos, que va pasando por los pueblos y los caminos, recogiendo la leche que los campesinos sacan de sus vaquitas y la venden por cántaros o botellones, luego los del camión se la llevan a las grandes empresas que la procesan y comercializan.

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El chorrito de agua que llamaban a la “cascada local” de ése pueblo :), nos bañamos ahi con un agua supremamente helada que nos dió dolor de cabeza.

También encontramos algunos turistas que se dirigían a la Laguna Encantada, donde se cuenta que al tirar una piedra a la Laguna comienza a llover, hemos prometido ir en algún momento en otro viaje.

Finalmente el regreso, disfrutamos mucho todo, comimos queso, conocimos personas, paisajes y nos ejercitamos un poco, definitivamente explorar Colombia es muy hermoso, solo hay que darse la oportunidad de hacerlo.

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Final del Viaje, un hermoso recorrido que aún atesoro y puedo revivir con éstas imágenes además de compartirlo con ustedes.