¡“Feliz” día Trabajador!
…salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro… José Martí
Han pasado 125 años después de las primeras huelgas defendiendo los derechos del trabajador, de la lógica petición de un máximo de 8 horas de trabajo por día y de aquel 4 de mayo en la trágica Revuelta de Haymarket en la que murió un policía y por la que 5 personas Q.E.P.D. (George Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, August Vincent Theodore Spies, Louis Lingg) fueron enviadas a la horca y otros tres a prisión. En dicha manifestación no se exigía nada más que justica ante las arbitrariedades cometidas por las grandes compañías. El Crimen de Chicago costó la vida de muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no existe un número exacto, pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de bala o torturados. La mayoría eran inmigrantes: italianos, españoles, alemanes, irlandeses, rusos, polacos y de otros países eslavos.
Resulta incongruente el uso de esta fecha como una celebración, triunfo o logro. Calificativo protegido por la industria comercial. Muy Curiosamente la palabra trabajar viene del latín tripaliare (tres palos) haciendo referencia a Tripalium: un yugo con tres palos como lo indica literalmente la palabra, utilizado para azotar a los esclavos. En el idioma euskera, originario de vasco, la palabra para trabajador rural está compuesta por la raíz -nek- neke dolor cansancio, asociada con la raíz -zale- tzale que significa afecto, afición, ser partidario, entonces la palabra sería nekezale: aficionado al dolor y al cansancio.
Hoy es 1ro de mayo, ¿debería decir feliz día? o ¿debería entregarle un regalo a mis allegados cuya satisfacción laboral ha dejado de ser una prioridad para convertirse en un concepto utópico? u ¿organizo una reunión con mis amigos (con aquellos que no hayan tenido que ir al trabajo) para tomar como excusa este feriado con el fin de beber alcohol y realizar un banquete ostentoso? Hoy, por el contrario, prefiero entregar una reflexión; reflexión que se salga del contexto mediático, en el que desafortunadamente solo se aprovecha para poner en la senda del olvido el origen de lo que Marx planteo como historia universal: “la explotación del hombre por el hombre”.
Estamos en el siglo 21 y aún se celebra este día con una euforia inconexa y con un sentimiento de victoria del cual se es preso por la llamada ley de las masas. ¿Cuál es esa victoria que se ha alcanzado? ¿Qué se ha logrado hasta entonces por una mejor vida laboral?
Hoy por hoy los derechos de los trabajadores siguen siendo la ramera de las grandes multinacionales, las jornadas laborales son tan eternas como la posibilidad de alcanzar un adecuado y digno trato hacia los trabajadores. Todavía hay países en la que sus trabajadores laboran más de 12 horas seguidas por un salario, al cual, más que faltarle un aumento, le faltaría un compromiso alejado de la inverosimilitud. Ni hablar del sistema pensional de la mayoría de los países, este ha sido estructurado con el fin de que sus empleados lo reciban después de muertos (esperemos que las empresas de pensiones y cesantías tengan sedes ya sea en el cielo o en el infierno para ahorrarles los trámites a sus afiliados).
Entonces, ¿podríamos hablar de un trabajador digno, respetado y valorado? Mucho lo dudo, pero tampoco dudo que el mismo trabajador que una vez lucho impávido por sus derechos, dando su vida, seguro de sus ideales y dispuesto a emanciparse por sus derechos, en la actualidad, es solo un factor más que ha permitido su propia opresión. Lo que existe hoy en día es un trabajador que trabaja resignado, conforme, convencido de que el salario que recibe es el que merece; a ese mismo que le cuesta trabajo, no realizar su labor, sino más bien, arriesgarse, rebelarse y seguir luchando por sus derechos, tener el coraje de actuar por la causa y el respecto hacía aquellos que alguna vez entregaron su vida por una mejor condición laboral.
“La peor lucha es la que no se hace” dijo alguna vez Karl Marx, arduo defensor de los derechos del trabajador. Mencionado por lo general en las clases de historia, filosofía, recordado como gran revolucionario, pensador, filósofo, economista, pero pocas veces como alguien que dio su vida al servicio de una causa. Allí se ha quedado, en un salón de clase, en una biblioteca, en una charla de “Comunistas” o en simples bibliografía de tesis de estudiantes de filosofía, derecho o historia.
Por eso hoy en vez de decir feliz día o salir a divertirme con mis compañeros de trabajo, más bien quisiera traer a la memoria a personas como Marx, los 5 americanos que fueron enviados a la horca y muchos otros que de alguna u otra forma decidieron hacer algo para tratar de contribuir en una mejor condición para el motor de toda compañía o empresa, su razón de ser: los trabajadores.