Por: Buque de Papel

Buenos Aires, Argentina

En plena esquina de las avenidas Rivadavia y Jujuy y diagonal a Plaza Miserere, en el barrio de Once se encuentra un local de comidas de la cadena La Americana.

Hasta ahí nada extraño. Tan solo que esa razón mercantil o social se sobrepone a la que fuera una de las pizzerías más famosas de la Argentina, como se llamó a la Perla del Once. Y fue allí, en el baño de su segundo piso, donde  Litto Nebbia y José Alberto Iglesias, conocido como Tanguito, compusieran La Balsa, denominado el primer tema de rock en castellano.

Esa noche, del 2 de mayo de 1967,  se reunieron en una mesa del local los cantautores y músicos jóvenes con alguna trayectoria para charlar, tomar unas cuantas birras y quizás componer. Allí estaban  Litto Nebia, Tanguito Javier Martínez y otros más, líderes de temas en la radio o en grupos con algún renombre como Los Gatos.

Tanguito ya acarreaba la depresión producto de las drogas que consumía y que terminarían matándolo: ” estoy muy solo y triste acá en este mundo de mierda”,  una oración que se junto con otras más y un puente musical aportado por Nebbia y nació La Balsa, inspirados además en el bolero con el mismo título que ya había lanzado José Feliciano.

Cuenta la leyenda que la canción nació toda esa misma noche en el baño del local. Otros afirman que el proceso creativo duró más días, hasta que la banda de Nebbia, Los Gatos, la graba el 19 de junio.  Se constituyó en un rotundo éxito: más de 250 mil discos vendidos, generando una euforia y la explosión de más músicos que quisieron seguir ese camino.

Pero también hay una parte oscura en lo sucedido. Muchos señalaron a Nebbia de haberse robado toda la letra e ideas de Tanguito, pero Javier Martínez, del futuro Manal y quien había desatado la ola especulativa con una frase suya en una canción, se retractó hace algunos años y aseguró que la verdad de lo sucedido es que ambos, tanto Nebbia como Tanguito dieron nacimiento al himno argentino del rock.

A la hora de ir al baño, las escaleras laterales conducen al segundo piso donde al girar se encuentran las puertas del WC con una gigantografía pegada en sus puertas con la letra de la canción. Es lo único que se conservó de la pizzería original.

En la esquina se mantiene una placa colocada en la puerta que indica que fue el “lugar frecuentado por jóvenes músicos en la década del sesenta que gestaron las primeras composiciones del rock nacional”.

Sin embargo, hoy ya no hay música en vivo y ya no se ve esa clase de artistas, de jóvenes bohemios, esperanzados, críticos. Ellos, que todavía hay en Buenos Aires, prefieren frecuentar otros escenarios.

En este mítico lugar, un buen café con facturas en promoción, postres enormes y la comida que congrega a todos en un sábado o domingo de fútbol para ver en las pantallas dispuestas en los salones, se mantiene la magia del lugar y al cual es muy fácil llegar en Subte (Línea A) y en colectivo.

Esta es la letra de la canción

Estoy muy solo y triste acá

en este mundo abandonado

tengo una idea, esa la de irme

al lugar que yo más quiera

me falta algo para ir

pues caminando yo no puedo

construiré una balsa

y me iré a naufragar

Tengo que conseguir

mucha madera

tengo que conseguir

de donde pueda

Y cuando mi balsa esté lista

partiré hacia la locura

con mi balsa yo me iré

a naufragar…